En la década de 1960, la industria automotriz brasileña estaba dando sus primeros pasos, con marcas extranjeras dominando el mercado. En ese escenario, un joven empresario, Nelson Fernandes, soñaba con lanzar el Demócrata, el primer automóvil brasileño diseñado y fabricado a gran escala. Sin embargo, este sueño se convirtió en una pesadilla en un corto período de tiempo, lo que resultó en que solo quedaran dos copias del demócrata.
El demócrata: de los sueños a la desilusión
Nelson Fernandes fundó Ibap (Indústria Brasileira de Automóveis Presidente) en 1963, con grandes ambiciones de construir una fábrica capaz de producir 350 automóviles por día, volumen comparable al de Volkswagen en ese momento. El plan incluía el lanzamiento de tres modelos, con el demócrata a la cabeza hasta 1968. Sin embargo, en 1968, la empresa cesó sus operaciones tras una serie de problemas y controversias.
La estrategia de Fernandes para financiar al Ibap fue vender acciones de la empresa, brindando a los compradores el privilegio de adquirir el demócrata a un precio ligeramente superior al costo. Esta estrategia había funcionado anteriormente en la construcción de un hospital y un club de campo, pero no tuvo tanto éxito en el proyecto del automóvil.
Antes de la era de Internet y las redes sociales, Fernandes recorría Brasil en un remolque transportando un prototipo demócrata rojo para atraer inversores. Logró vender decenas de miles de acciones, ofreciendo a los compradores una medalla con el símbolo del Ibap, que representaba la silueta de Brasil dentro de un engranaje estilizado.
El final melancólico y las controversias
Los inversores que compraron acciones de Ibap terminaron perdiendo su dinero, ya que el proyecto del demócrata resultó inadecuado para una producción en masa. El vehículo enfrentó problemas como sobrecalentamiento del motor, dirección y suspensión insatisfactorias, considerando su propuesta deportiva.
Los primeros prototipos utilizaron chasis y mecánica tomadas del Chevrolet Corvair, que también sirvió de inspiración para la carrocería de fibra de vidrio. Sin embargo, la versión final del Demócrata contó con un chasis exclusivo y un motor producido en Italia, con bloque de aluminio y una potencia de 120 CV, acoplado a una transmisión manual de cuatro velocidades. El vehículo tenía tracción trasera, suspensión independiente en las cuatro ruedas y frenos de tambor.
Después de fabricar los prototipos y con fondos recaudados de inversores, el Ibap construyó una fábrica en São Bernardo do Campo (SP), que empleaba hasta 120 empleados. Sin embargo, la viabilidad de la empresa fue cuestionada, incluso en la prensa.
Además, bajo la sombra de la dictadura militar, Fernandes y el demócrata enfrentaron resistencia. La empresa fue objeto de un IPC por sospechas de estafa a los inversores, y la Hacienda Federal se incautó de un lote de 500 motores importados de Italia, acusados de contrabando.
El golpe final vino del Banco Central, que inspeccionó la fábrica y declaró que el Ibap no contaba con empleados calificados para producir automóviles en gran escala ni había contratado a los proveedores necesarios para la fabricación. La empresa cerró sus puertas, dejando carrocerías, chasis y otros componentes de fibra de vidrio encerrados en una fábrica en São Bernardo durante unos 20 años.
Del olvido a la salvación por Collector Brothers
A finales de los años 1980, los hermanos José Carlos y José Luiz Finardi adquirieron las carrocerías y otros componentes del Demócrata y lograron ensamblar los dos ejemplares restantes del vehículo. Uno de ellos, de color verde, pasó a la colección del Museo del Automóvil de Brasilia, mientras que el otro, de color rojo, forma parte de la colección del Museo del Automóvil de Canela, en Rio Grande do Sul.
El ejemplar rojo es el mismo que recorrió Brasil en el tráiler y es el único equipado con el motor original italiano. Aunque tiene un valor histórico significativo como el primer automóvil brasileño, los entusiastas de los autos antiguos señalan que el Ford Galaxie es, de hecho, un automóvil más agradable de conducir.
La historia del demócrata está marcada por polémicas y dilemas, con opiniones divididas sobre Nelson Fernandes, a quien algunos consideran un visionario injusto, mientras otros creen que subestimó la complejidad de la fabricación de automóviles. De cualquier manera, el demócrata sigue siendo un recordatorio de las ambiciones y desafíos que enfrentó la industria automotriz brasileña en sus primeros años de desarrollo.
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